RELACIÓN MEDICO-PACIENTE
El enfermo se acerca a la consulta con la aflictiva y expectante vivencia de su dolencia y una confianza mayor o menor en la medicina y el médico ejerce su saber con voluntad de ayuda y cierto deseo de éxito y acierto técnico. Es el encuentro entre ellos el que establece una primer forma de comunicación que se inicia a través de la entrevista médica y donde comienza a dibujarse un clima intimista de relación interpersonal.
La mirada, el primer saludo, el lenguaje verbal y gestual y los silencios comienzan a generar los primeros intentos de aproximación y de intimidad entre dos hombres que por lo menos podrán intentar una empresa comun: restaurar la salud de uno de ellos. Enseguida la revelación del motivo de la consulta con toda la carga de angustia y de ansiedad que generalmente conlleva, la disposición a acceder al necesario examen físico, el contacto manual e instrumental con la revelación de la intimidad corporal que ello implica, los primeros comentarios sobre la presunta naturaleza de la dolencia y los pasos a seguir, constituyen y proporcionan los eslabones de esta relación que se constituye con acercamiento, compañía, ayuda y afectuosidad.
En esta praxis del acto médico, la sinceridad de cada acción, la delicadeza de cada maniobra, el cuidado de cada pregunta , la espontaneidad de cada gesto va construyendo un vínculo afectivo de enorme trascendencia para el resultado final de ese menester que el paciente viene a resolver.
Un comentario especial merece las modalidades de atención médica que han surgido del avance en el conocimiento fisiopatológico de la enfermedad y en el progreso tecnólogico que acentuó todavía más la consideración de la persona como un organismo biológico e incluso lo redujo, en alguna fase a su atención al control de un sistema prevalente determinado (cardiovascular, respiratorio, hidroelectrolítico). En las unidades de cuidado intensivo se refleja este nuevo modelo biomédico: enfermos conectados a aparatos de registro, en aislamiento y con carencia de estímulos habituales y con indiferencia ambiental para con los aspectos esencialmente íntimos de la persona. En estas situaciones de enfermedad crítica, donde no es posible negar el avance de la medicina, la relacion médica sólo es posible con la continuidad de comunicación con el médico de cabecera o de confianza del paciente y con un seguimiento de atención horizontal que se complemente con asistencia psicosocial de todo un equipo de salud.
En la relación afectiva entre médico y paciente y en especial cuando se constituye la verdadera amistad se identifica la existencia de tres aspectos fundamentales en la misma: la comprensión humana del médico, la confianza del paciente y el concepto de beneficencia. En la vida cotidiana, a menudo, para entender al otro, para comprender lo que siente, pensamos qué sentiríamos nosotros en una situación similar. La identificación proyectiva nos permite poner en el otro partes, experiencias, sentimientos o fantasías de uno mismo (proyección) para luego identificarnos con el otro y “sentir lo mismo que el otro” (identificación). Este proceso, para ser realmente eficaz en la asistencia médica debe complementarse con la capacidad de ser receptivo y ser capaz de recibir lo que viene del otro como “algo diferente a nosotros mismos” y que sin embargo podemos admitir en nosotros sintiéndolo como nuestro. A este proceso dialécticamente opuesto a la identificación proyectiva se le llama identificación introyectiva.
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